Heridas emocionales

¿Tus clientes despiertan heridas tuyas? Aprende a gestionarlo desde la consciencia

¿Un cliente ha despertado algo en ti? Aprende a gestionar heridas emocionales como terapeuta con consciencia, cuidado y sin perder tu centro.

Acompañar también nos afecta

Hay días en los que acompañar a alguien afecta más de la cuenta. Días en los que una historia que escuchas te remueve por dentro. Una palabra, una mirada, un silencio… y, sin esperarlo, algo tuyo se despierta. Algunas heridas se abren.

Si te ha pasado, no estás solo. No significa que lo estés haciendo mal. Al contrario, es parte natural del trabajo profundo que hacemos.

Estar al servicio de otros también nos confronta con nosotros mismos. Y aunque esto puede ser incómodo, también es una oportunidad para crecer, afinar la escucha y fortalecer el cuidado (propio y ajeno).

¿Qué es eso que se mueve dentro?

Lo que a veces sentimos en consulta (un nudo en la garganta, un juicio que asoma, una sensación de incomodidad) puede ser lo que en psicoterapia se llama contratransferencia. Es decir, nuestras propias heridas activándose en respuesta a lo que el cliente trae.

Esto no es necesariamente algo negativo. Pero sí es importante darnos cuenta de cuándo está ocurriendo, para no actuar desde ahí sin darnos cuenta. Para no perder el centro.

🌿 Una reacción emocional no es un fallo, es una señal. Nos invita a mirar hacia dentro con honestidad y cuidado.

Claves para gestionar lo que tus clientes despiertan en ti

1. Obsérvate con curiosidad, no con juicio

Empieza por permitirte sentir. Observa lo que aparece en ti, sin necesidad de etiquetarlo enseguida como “bueno” o “malo”. ¿Qué notas en tu cuerpo? ¿Qué emoción se ha activado?

A mí me ayuda preguntarme después de algunas sesiones: ¿Qué me ha movido esto?, ¿Hay algo que no es del cliente, sino mío?

El primer paso siempre es darte ese espacio de escucha interna.

2. Recuerda que tener reacciones no te hace menos profesional

Es normal que, en ciertos momentos, nuestras heridas se asomen. Somos humanos. El reto está en no dejar que esas heridas guíen nuestra intervención, sino poder sostenerlas con presencia.

No eres “menos terapeuta” por sentir. Lo importante es no dejar que esas emociones dirijan la sesión.

3. Pon atención a los límites… contigo mismo también

Cuando algo se activa, puede aparecer la necesidad de “hacer más”: cuidar más, involucrarse más, dar de más… O todo lo contrario: tomar distancia, protegerse, querer acabar pronto.

Observar cómo te posicionas en relación al cliente te da muchas pistas. Y si necesitas ajustar algo (horarios, frecuencia, tipo de acompañamiento) está bien hacerlo.

Si ya leíste nuestro artículo sobre cómo poner límites sin culpa, verás que se trata de cuidarte para cuidar mejor.

4. Busca espacios donde hablarlo y elaborarlo

No estamos hechos para sostenerlo todo solos. Poder compartir lo que sentimos en espacios de supervisión o entre compañeros de confianza es fundamental.

A veces solo necesitamos que alguien nos escuche y nos diga: “Eso que te pasa es normal”. Y desde ahí, recuperar la perspectiva.

Si formas parte de una comunidad de terapeutas (como la que tenemos en Atha), aprovecha esos espacios. Nos nutren mucho más de lo que creemos.

5. Haz tu propio proceso

Esta es una de esas cosas que no se pueden delegar. Hacer nuestro propio trabajo personal es lo que nos permite acompañar con más claridad, con más honestidad, con más sostén.

Es en nuestra terapia, en nuestra meditación, en nuestros rituales, donde podemos mirar de frente esas heridas y darles el lugar que necesitan. Porque si no las miramos, ellas hablarán por nosotras.

6. Cuida tu energía más allá de las sesiones

A veces el “movimiento interno” no se nota durante la sesión, sino después. Terminas el día agotado, irritable, con algo dentro que no sabes explicar bien.

Ahí también hay información.

¿Te das tiempo para ti después de trabajar? ¿Tienes rituales de cierre y limpieza? ¿Haces pausas para reconectar contigo?

Algo tan sencillo como salir a caminar por la playa, escribir lo que sientes o simplemente respirar en silencio puede marcar la diferencia.

7. Acepta que este camino también es tuyo

Ser terapeuta no es ser inmune al dolor. Es estar en constante proceso. No es casualidad que muchas veces acompañemos procesos que se parecen a los que hemos vivido o estamos viviendo.

No se trata de “tenerlo todo resuelto”, sino de ir caminando con consciencia.

Cada vez que algo te remueve, pregúntate:
¿Qué me está enseñando esto sobre mí?
¿Qué puedo transformar a partir de aquí?

 

Cierro con esto…

Estar al servicio de otros es precioso, pero también requiere mucho de nosotros. Por eso es tan importante cuidarnos, escucharnos y no perdernos en el proceso.

Si te has sentido reflejado en estas palabras, te abrazo. Y si sientes que necesitas un espacio donde poder ser tú, con tus luces y tus sombras, en Atha estamos creando justo eso: un lugar donde trabajar, sí, pero también donde sostenernos entre compañeros de camino.

¿Quieres compartir tu experiencia con este tema? ¿Te gustaría participar en nuestro círculo de terapeutas para hablar sobre estas cosas? Escríbeme. Estoy aquí.


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Como su nombre indica, el despacho Bhumi evoca la solidez y estabilidad de la tierra. Equipado con dos butacas, una mesa de centro, una camilla, una silla y un escritorio, Bhumi es un despacho versátil, ideal tanto para terapias físicas como mentales. Este espacio te permite crear un ambiente terapéutico seguro y acogedor, que promueve el bienestar y el crecimiento.

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